La música de Shawn, en solitario o acompañado por los Shapeshifters, es tan hermosa como tenebrosa. La banda sonora ideal para pasear al atardecer por un bosque sombrío y húmedo mientras la niebla te envuelve. Una cortina de tinieblas que no esconde la magia de unas canciones y de una garganta llena de alma que hace que el folk, el blues y el rock convivan a partes iguales entre sentimientos tan opuestos como el desaliento y la redención. La eterna dualidad entre felicidad y tristeza, la oscuridad y la luz a la que hace referencia en el título del disco (Manel Celeiro. Ruta 66)